Los chakras forman parte de la anatomÃa del campo electromagnético. Todo ser vivo tiene chakras. Los grillos los tienen, al igual que los perros, las aves y los seres humanos. Hasta los árboles tienen chakras. Los chakras, en el caso de los animales, se hallan a lo largo de la espina dorsal al igual que ocurre con los seres humanos. Los chakras de los árboles, por otra parte, son móviles, dado que los árboles carecen de columna vertebral.
Puedes explorar la superficie de un árbol con la mano y cuando percibas una sensación de hormigueo, que indica la presencia de un chakra, agarrarlo con ambas manos. Estimulando suavemente el chakra del árbol, para que se sintonice con tus propios chakras, podrás conectar energéticamente con él.
Los chakras son los órganos del campo de energÃa luminosa. Son una especie de discos de energÃa que gira en remolino, con una boca amplia que da vueltas a unos cuantos centÃmetros del cuerpo; a través de esa boca, el chakra ingiere el combustible radiante almacenado en el cuerpo luminoso, nutriendo a la persona espiritual, emocional y creativamente. El extremo más estrecho del embudo que forma el chakra se engancha directamente en la espina dorsal. Los chakras trasmiten la información de los traumas y las heridas del pasado, que se encuentran en las huellas del campo de energÃa luminosa, hasta el sistema nervioso. Los chakras conforman nuestra neurofisiologÃa, afectando a nuestros estados de ánimo e influyendo en nuestro bienestar emocional y fÃsico. Los chakras conectan también con las glándulas endocrinas, que regulan la totalidad del comportamiento humano.
Cuando el campo electromagnético se intoxica como consecuencia de la contaminación ambiental o emocional, los chakras se obstruyen. Los chakras acumulan residuos y empiezan a girar con torpeza, dando como resultado que no dispongamos de energÃa y que nos irritemos o deprimamos con facilidad. Con el tiempo se agarrotan, y el sistema inmunológico se viene abajo.
Cuando nuestras reservas de energÃa se hacen tóxicas, los chakras transmiten estas toxinas hasta el sistema nervioso central, y podemos sucumbir a la enfermedad o vernos en peligro de muerte. De la eficacia con la que renovemos nuestros almacenes de energÃa dependerá lo saludables y activos que nos conservemos. La calidad de nuestros almacenes de energÃa luminosa puede llegar a influir incluso en el modo en que envejecemos.
Una manera de limpiar nuestros chakras:
1-Se puede practicar por la mañana, mientras estamos en la ducha. Ponga la mano izquierda en la base de su espina dorsal y, con la mano derecha a ocho o diez centÃmetros por encima de la piel, sienta el primer chakra.
2-Haga girar el chakra en dirección contraria a las manecillas del reloj (imagine que su cuerpo es la cara del reloj) tres o cuatro veces, haciendo rotar las puntas de sus dedos en cÃrculo.
3-Enjuáguese los dedos en el agua. Con esto, eliminará los residuos y las toxinas que se adhieren a las paredes del chakra. Repita el procedimiento con los restantes chakras, asegurándose de enjuagarse los dedos a conciencia entre uno y otro.
4-Intente sentir la energÃa densa (como la del algodón de azúcar) en los chakras.
5-Ahora, vuelva al primer chakra, y hágalo girar en la dirección de las manecillas del reloj tres o cuatro veces.
6-Repita el procedimiento con los restantes chakras.
Este ejercicio incrementa la velocidad de los chakras, haciendo que cada vórtice de energÃa gire en su frecuencia óptima. Un chakra limpio es capaz de recoger energÃa natural para rellenar las reservas del campo electromagnético, y conservarnos asà con una salud excepcional. (Alberto Villoldo)
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