miércoles, 12 de mayo de 2021

Limpiando Nuestros Chakras

 

Los chakras forman parte de la anatomía del campo electromagnético. Todo ser vivo tiene chakras. Los grillos los tienen, al  igual que los perros, las aves y los seres humanos. Hasta los árboles tienen chakras. Los chakras, en el caso de los animales, se hallan a lo largo de la espina dorsal al igual que ocurre con los seres humanos. Los chakras de los árboles, por otra parte, son móviles, dado que los árboles carecen de columna vertebral.

Puedes explorar la superficie de un árbol con la mano y cuando percibas una sensación de hormigueo, que indica la presencia de un chakra, agarrarlo con ambas manos. Estimulando suavemente el chakra del árbol, para que se sintonice con tus  propios chakras, podrás conectar energéticamente con él.

Los chakras son los órganos del campo de energía luminosa. Son una especie de discos de energía que gira en remolino, con una boca amplia que da vueltas a unos cuantos  centímetros del cuerpo; a través de esa boca, el chakra ingiere  el combustible radiante almacenado en el cuerpo luminoso,  nutriendo a la persona espiritual, emocional y creativamente. El extremo más estrecho del embudo que forma el chakra se  engancha directamente en la espina dorsal. Los chakras trasmiten la información de los traumas y las heridas del  pasado, que se encuentran en las huellas del campo de energía luminosa, hasta el sistema nervioso. Los chakras  conforman nuestra neurofisiología, afectando a nuestros estados de ánimo e influyendo en nuestro bienestar emocional y físico. Los chakras conectan también con las glándulas endocrinas, que regulan la totalidad del comportamiento humano.

Cuando el campo electromagnético se intoxica como consecuencia de la contaminación ambiental o emocional, los chakras se obstruyen. Los chakras acumulan residuos y empiezan a girar con torpeza, dando como resultado que no dispongamos de energía y que nos irritemos o deprimamos con facilidad. Con el tiempo se agarrotan, y el sistema inmunológico  se viene abajo.

Cuando nuestras reservas de energía se hacen tóxicas, los chakras transmiten estas toxinas hasta el sistema nervioso central, y podemos sucumbir a la enfermedad o vernos en  peligro de muerte. De la eficacia con la que renovemos nuestros almacenes de energía dependerá lo saludables y activos que nos conservemos. La calidad de nuestros almacenes de energía luminosa puede llegar a influir incluso en  el modo en que envejecemos.

Una manera de limpiar nuestros chakras:
1-Se puede practicar por la mañana, mientras estamos en la ducha. Ponga la mano izquierda en la base de su espina dorsal  y, con la mano derecha a ocho o diez centímetros por encima  de la piel, sienta el primer chakra.

2-Haga girar el chakra en dirección contraria a las manecillas  del reloj (imagine que su cuerpo es la cara del reloj) tres o  cuatro veces, haciendo rotar las puntas de sus dedos en círculo.

3-Enjuáguese los dedos en el agua. Con esto, eliminará los  residuos y las toxinas que se adhieren a las paredes del  chakra. Repita el procedimiento con los restantes chakras, asegurándose de enjuagarse los dedos a conciencia entre uno  y otro.

4-Intente sentir la energía densa (como la del algodón de  azúcar) en los chakras.

5-Ahora, vuelva al primer chakra, y hágalo girar en la dirección  de las manecillas del reloj tres o cuatro veces.

6-Repita el procedimiento con los restantes chakras.

Este ejercicio incrementa la velocidad de los chakras, haciendo que cada vórtice de energía gire en su frecuencia óptima. Un chakra limpio es capaz de recoger energía natural para rellenar las reservas del campo electromagnético, y conservarnos así  con una salud excepcional. (Alberto Villoldo)

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